domingo, 10 de marzo de 2013

En retrospectiva: Crónica de un tour a Las Terrenas y Los Haitises


(Publicado en octubre de 2001 en el semanario Primicias)

Samaná se perfila como uno de los polos turísticos de mayor atractivo en el futuro cercano, cuando sea concluida la carretera principal, así como la construcción del nuevo aeropuerto autorizado por el presidente Hipólito Mejía durante la celebración en dicha provincia la semana pasada, del Consejo de Gobierno. (Dicha carretera fue concluida años después en el gobierno de Leonel Fernández).
 
Este nuevo aeródromo, junto al internacional de Arroyo Barril, permitirá un mejor y más rápido acceso a lugares paradisíacos como Las Terrenas, donde se encuentra El Portillo Beach Resort, un hotel cinco estrellas rodeado de una espesa vegetación y singular encanto.

Quienes eligen vacacionar en este idílico rincón samanense (nativos y extranjeros) tienen la opción de conocer el Parque Nacional de Los Haitises, una experiencia impresionante que los pone en contacto con la desaparecida cultura indígena, a través de dibujos y escritos grabados por los taínos en las milenarias cuevas del lugar.

En octubre de 2001 participamos junto a un grupo de periodistas en uno de los tours de dos días que semanalmente ofrecería la empresa Excursiones Marítimas, S.A., (ya desaparecida) los martes, jueves y sábados a Las Terrenas y Los Haitises; junto a nosotros viajaron también Francis Moya, Ernán Santana, Juan Carlos Jiménez y Feliz Vinicio Lora, así como un grupo de colegas de Santiago y de Puerto Plata.

Salimos de Santo Domingo el sábado a las 7:00 de la mañana, en un bus de Prieto Tours que nos condujo hasta la costa sur de la Bahía de Samaná; de ahí partimos a Sabana de la Mar, donde nos esperó un barco privado que abordamos al mediodía, en el cual realizamos una emocionante travesía por la bellísima bahía.

Al cabo de hora y media surcando las aguas de un mar tranquilo y azuloso, arribamos a la célebre isla de Cayo Levantado, considerada por muchos como una réplica del Paraíso por sus hermosos paisajes marinos, el agua cristalina de sus playas y su fina arena.  Allí disfrutamos de un almuerzo-buffet y de un breve descanso, así como del paisaje playero y el calor de los lugareños.
 
A eso de las tres de la tarde reanudamos la marcha en barco, pasando por el “Golfo de las Flechas” hasta Samaná, cuyo puerto reflejaba ese día la alegría de las fiestas patronales; en el puerto abordamos un autocar que nos condujo a Las Terrenas, donde penetramos al caer de la tarde.

En el Portillo Beach Resort fuimos recibidos por el subgerente Vicenzo De Ciuceis, quien nos ilustró sobre el funcionamiento del hotel y nos mostró los diferentes atractivos del centro vacacional, previo a la entrega de las llaves de nuestras respectivas habitaciones.

A las 7:30 de la noche disfrutamos junto a los turistas nativos y de diversos países de Europa y América, de una cena-bufet en el Restaurant “El Carite”. A las diez de la noche, luego de un reconfortante baño, pasamos al Centro de animación, donde sentados a la luz de la luna presenciamos una atractiva revista musical. Allí disfrutamos de open bar y bailamos hasta la madrugada, contagiados por la alegría de los turistas que gozan nuestro merengue como el mejor de los dominicanos.

Al día siguiente, apenas salió el sol nos reunimos en “El Carite” y, luego de un suculento desayuno, abordamos el autocar rumbo a Arroyo Barril, donde tomamos de nuevo el barco, en el cual realizamos un inolvidable trayecto a través de las costas del Parque Nacional de Los Haitises, reserva natural de flora y fauna autóctonas. Desplazándonos hacia el Oeste por la costa del parque, navegamos entre pequeños cayos de la zona hasta llegar al área de manglares, maravillados con el hermoso paisaje y las edificantes explicaciones del guía turístico Luis Penzo. Nos bajamos en la estación del Guardaparques, donde almorzamos, pero antes visitamos algunas de las exóticas cuevas del parque habitado por hermosas aves de variadas especies; conocimos la Cueva del Ángel, residencia en otros tiempos, de indígenas, piratas y pescadores, así como la Cueva de la Arena, la Cueva de Willy (la cual debe su nombre a un cocolo que a los 90 años se llevó a su rocosa vivienda una muchacha de 15, con quien procreó tres hijos), y otras cuevas anónimas.

A las seis de la tarde de ese inolvidable domingo abordamos una lancha con motor fuera de borda que nos introdujo por los impresionantes  manglares, cuya hermosura sumerge a uno en una especie de viaje ficción al estilo Julio Verne. Abandonamos la lancha en El Caño y de ahí llegamos de nuevo a Sabana de la Mar, donde nos incorporamos al autocar que nos condujo de regreso a Santo Domingo.

En el trayecto veníamos comentando sobre la importancia de instruir a los dominicanos en el sentido de que, en lugar de gastar dinero en cosas superfluas, aprendamos a ahorrar cada mes, a fin de que, por lo menos una vez en nuestra existencia y antes de viajar al extranjero, disfrutemos de unas cortas pero saludables vacaciones visitando interesantes lugares de nuestro país como Las Terrenas, Los Haitises y otros centros turísticos, donde, aparte de conocer aspectos interesantes de nuestra flora y nuestra fauna, dejamos enterrado el stress acumulado en el diario trajinar.

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