sábado, 11 de enero de 2014

Hace ya 66 años: La Tragedia de Río Verde

Hoy se cumplen 66 años de la “tragedia de Río Verde”, ocurrida la tarde del domingo 11 de enero de 1948, accidente aéreo en que perdieron la vida los integrantes del equipo de béisbol de Santiago, así como la tripulación del avión accidentado. El béisbol profesional no existía aun en República Dominicana.

Esta tragedia –desconocida por la presente y anterior generaciones- llenó de luto a la nación entera, pues para ese entonces, tanto el deporte como casi todas las actividades del país estaban revestidas de cierto romanticismo colectivo, amén de que la solidaridad humana era más pura que en estos tiempos.
Las crónicas de entonces (principalmente del diario oficialista La Nación) dieron cuenta de que el avión que conducía al equipo de béisbol de Santiago perdió altura a consecuencia de un vacío en las montañas de Río Verde, cayendo estrepitosamente.
Los campesinos del lugar narraron que a la nave se le desprendió un ala, y que los pasajeros salían disparados por ese lado, por lo que se encontraron numerosos cadáveres mutilados, brazos y piernas, a considerable distancia del lugar donde cayó el avión.
Durante todo el día de la tragedia las emisoras del país difundieron música sacra, (parecía un Viernes Santo) y en las calles de la ciudad de Santiago el llanto y el dolor fue común en hombres, mujeres, niños y ancianos.
A esta tragedia sólo sobrevivió Enrique Lantigua (El Mariscal), quien perdió el vuelo y tuvo que realizar el viaje de regreso en auto.
Los restos de los deportistas muertos en Río Verde descansan en un Mausoleo del Cementerio Municipal de Santiago, en la calle 30 de Marzo. En una de sus paredes tiene grabado el siguiente soneto, escrito entonces por el poeta santiagués R. Suárez Vásquez:

A LOS CAÍDOS EN RÍO VERDE
11 de enero de 1948

Estadio y multitud, ¡la gloria impera!
y luego, la emoción alegre y viva
de regreso a la ciudad nativa,
surcando rutas por la azul esfera.
El viento cruel, la nave traicionera
azotan a la nave fugitiva.
Y se perdió la juventud altiva
y otra vez fracasó la primavera.
Jamás el alma heroica de Santiago
fraguada en los dolores y el estrago
vertió su llanto en más acerbas notas.
¡Oh, misterio oscuro de los cielos!
cayó la juventud, hecha a los vuelos

con formidable estruendo de alas rotas!

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